Año Nuevo (4)

GYÔDAI

Ganjitsu ya   kuraki yori hito   arawaruru

Año Nuevo:
la gente emerge
de la oscuridad.

El Día de Año Nuevo, muchas personas van al santuario de la vecindad muy temprano en la mañana. Cuando regresan aún está oscuro, hay aquí algo misterioso. El Día de Año Nuevo comienza casi antes de que haya acabado el día anterior.

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El Año Nuevo es quizás la estación en la cual el espíritu del haiku y el del senryu están más próximos. Para el haiku, se trata del renacimiento de la naturaleza y de nuestro regocijo por la renovación de la esperanza y la fe en los demás. El senryu es al menos cínico porque los seres humanos son más genuinos, menos hipócritas, casi verdaderamente “humanos” en este período.
La gran objeción que se hace al senryu es por su sostenida vulgaridad. Es un hecho que los escritores de senryu pertenecían a los estratos inferiores de la clase media, gente prosaica, no muy dada a la poesía, sin mucha educación pero poseedora de una vasta cantidad de información sobre todos los asuntos. El objetivo final de la mayoría de ellos era lograr que sus versos fueran aceptados por los jueces o selectores y, de este modo, recibir los premios que se ofrecían. Sin dudas, Shakespeare escribió Hamlet por dinero, igual que el Dr. Johnson hizo Rasselas para pagar el entierro de su madre. Las Cantatas de Bach fueron compuestas para cumplir sus obligaciones y deberes como chantre; Beethoven es muy conocido por su excesivo interés por los precios de sus sinfonías y sonatas. Los seres humanos, al parecer, siempre necesitan un doble motivo para todo lo que hacen: uno material y el otro espiritual; uno ruin, el otro noble. ¿Cuál fue el objetivo inconsciente de los escritores de senryu que ahora se hace consciente para nosotros? El de todos los seres humanos (o para decirlo en el espíritu del senryu, el objetivo de algunos hombres y de casi ninguna mujer), la verdad, la transparencia, lo natural, la agónica verdad sin ninguna omisión, sin una mancha. Fue ver el mundo como Dios lo ve, no con piedad, desdén o admiración, sino como algo ineluctable.
Nada rechaza el senryu. Más bien acoge todo lo que ha sido rechazado o hábilmente omitido por la llamada poesía. Por eso gran parte de su material es sexual, sádico, animal. El escritor de senryu debe ser en el mundo, no ser de él, no en el sentido cristiano sino en el shakespeariano. Está unido con su tema pero, al mismo tiempo, mantiene una distancia. Es en el mismo acto el títere y el titiritero. Cuando no se alcanza esta separación, caemos en la vulgaridad, particularmente obvia cuando el asunto es la insensibilidad, la crueldad o las animaladas de los seres humanos.

Fuente: R.H Blyth: Japanese Life and Character in Senryu. Hokuseido Press. Tokyo, 1960

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